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Mónica Del Valle

Huye de la perfección



En literatura hay un tipo de personaje conocido como Mary Sue. Por lo general está asociado al alter-ego del escritor. Todos los escritores experimentados aconsejan a sus alumnos evitar crear un o una Mary Sue. Y es que este personaje, que es casi menos que perfecto, arruina una buena historia. Mary Sue es la chica guapa e inteligente, que además es una aventurera nata, conocedora de los secretos de cualquier arte marcial y poseedora de una cultura infinita.


Ante tales atributos, no hay lector que se pueda identificar con la protagonista. Tanta perfección causa rechazo.


Pues bien, en la vida real pasa exactamente lo mismo. Primero, tenemos que partir del hecho de que la perfección no existe. No hay nadie que no haya cometido algún error, ya no digamos en su vida, sino en las últimas 24 horas. Y quien intente ser tan perfeccionista que raye en la neurosis, tenderá a ser rechazado. Nadie quiere estar junto a Don Perfecto o Doña No cometo errores.


¿Cómo es que caemos en el juego de la perfección?


Haz memoria y recuerda cuando eras pequeña. A esa edad te encantaba dibujar y, cuando se lo enseñabas a un adulto, éste no criticaba tu manejo de las sombras o señalaba que el trazo era imperfecto ¿verdad? Quizás había alguno que no entendía que en tu imaginación los árboles eran morados, pero no iban más allá. ¿Y entonces qué pasaba? Pues que tú seguías dibujando porque eso te hacía sentir placer.


Más adelante, cuando creciste un poco más y entraste a la escuela, comenzaste a darte cuenta de que tu maestra ponía más atención a los errores de tu dibujo, y no sólo a eso, sino a todas tus tareas. Y entonces llegaron las calificaciones y te comparaste con tus compañeros. Ya no sólo se trataba de dibujar por el placer de hacerlo, sino por ver a quién le quedaba más bonito…y ahí se amoló el asunto.


Poco a poco fuiste aprendiendo que “ser la mejor” te hacía sentir muy bien, mientras que cometer errores o no ser tan buena en algo te hacía sentir fatal.


Este sentimiento de minusvalía te hacía pensar “La gente me quiere cuando soy perfecta”.Los seres humanos valoramos mucho el sentido de pertenencia, ya que es un instinto de protección y supervivencia. Un bebé no podría vivir por sí sólo; necesita de los cuidados de alguien, llámese padres, familiares, instituciones. Imaginar que somos rechazados nos provoca temor, por lo tanto, buscamos ser aceptados.


Una forma de buscar esta aceptación es querer ser perfectos en todo lo que hagamos. El problema es que, intentar serlo, es muy frustrante, tanto porque no vamos a lograrlo con facilidad (en el ilusorio caso de que alcances hacer algo casi perfecto) como porque eso te va a llevar a la innacción.


Algunas veces puedes decir: “No lo voy a hacer porque no va a quedar perfecto”. ¡Y no haces nada! El miedo a no ser perfecto te lleva a no hacerlo, para que no te juzguen, perdiéndote la diversión de realizar algo. En ocasiones esto te sirve de excusa para procrastinar algo que ves como un reto o que es desconocido para ti.


Personalidades perfeccionistas


Una persona que busca la perfección puede encajar dentro de las siguientes personalidades, aunque por lo general no son excluyentes y a menudo se mezclan.


El perfeccionador se basa en el juicio. Digamos que tiene síndrome de árbitro de futbol: le encanta marcar faltas y amonestar a los demás.Es el que encuentra el prietito en el arroz, dirían las abuelas.


La ira y la rabia son sus emociones dominantes y suelen ser intransigentes con quienes no están a su altura, lo cual sucede con la mayoría de las personas. Menosprecian el trabajo de los demás y no dejan pasar la ocasión de criticarlo. Si las cosas no las hicieron ellos, o se hicieron de una forma diferente a como ellos las hacen, difícilmente aceptarán que están bien (olvídate de recibir un halago).



El perfeccionista se centra en sus propios errores. Nada de lo que haga lo dejará satisfecho y perderá mucho tiempo en mejoras que carecen de valor.


El miedo y la ira le dominan. Teme ser rechazado por los demás y que le señalen por sus errores. No le gusta que lo critiquen y cree tener siempre la razón. Se percibe como alguien imprescindible, ya que nadie hará las cosas como él. Son autocríticos en grado superlativo.


Perfeccionador y perfeccionista es una dicotomía que, como ya mencionamos, se mezcla y es casi imposible encontrar en alguien una sola de estas personalidades, aunque por lo general, no se encuentran de manera simultánea.


¿Qué debe hacer un perfeccionista para ser más feliz?


En primer lugar, relajarse. No estoy diciendo que ahora deba hacer las cosas al aventón y sin cuidado, pero sí necesita no perder tanto tiempo puliendo algo que no causará una diferencia significativa. Todo siempre puede quedar mejor, pero, una vez que se llega a un nivel aceptable, los cambios que se hagan no van a ser percibidos por todo el mundo.


Por ejemplo, si en un diseño pones una pleca roja,y se ve muy bien, y después la cambias a rojo claro, y se ve mejor, el resultado no cambia sustancialmente nada. La mayoría de las personas sólo verán una pleca roja. Es un ejemplo muy sencillo, pero espero que deje en claro a lo que me refiero.


En segundo lugar, debe aprender a cometer errores y darse cuenta que no por ello la gente lo va a dejar de querer. Necesita darse cuenta de que cometer errores es una magnífica oportunidad de aprendizaje.


Tres. Al igual que la canción de Bosé, necesita aprender a hacer por hacer, sin importar el resultado.


Dice Wayne Dyer que uno de los conceptos que más daño han causado es “hazlo lo mejor que puedas” y señala que debería ser cambiado por “Hazlo”. Habrá cosas, como en el trabajo, que deberás hacerlo lo mejor que puedas, pero en el resto de tu vida no debes ser tan exigente. ¿qué hay de malo en hacer un mediocre paseo en bicicleta?


Por último, recomiendo la meditación. Buscar unos minutos para acallar la mente y al ego. Buscar paz interna y desarrollar la paciencia.


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