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Mónica Del Valle

¿Cómo dejar de buscar complacer a los demás para que me quieran?


La semana pasada vimos algunas pistas que te pueden decir si eres de las personas que complacen a fin de evitar el conflicto, así como la amenaza que eso puede significar para su supervivencia.


En esta última entrega sobre el tema te voy a hablar de lo que se puede hacer. Claro que es un viaje muy personal y las recomendaciones específicas son particulares a cada caso. De cualquier forma, hay algunas cosas generales que pueden aplicar para un gran número de personas que estén en esta situación.


La primera es buscar ayuda, de preferencia en forma de terapia. Necesitas tener un apoyo que esté enfocado en ayudarte a encontrar mecanismos de auto-preservación, de auto-cuidado, a través de resaltar y acreditar tu valía personal, y que dejes de buscarla en el exterior. La complacencia parece asegurar esa validación externa, cuando en el fondo suele asegurar el desprecio externo. Por eso es importante que seas capaz de reconocer tu propia valía, la validación interna, lo cual te permite levantar la voz, hablar de tu verdad, pedir lo que necesitas; para poder decir NO cuando así toca.


Si eres de los que les gusta hacer las cosas por sí mismo, puedes empezar a desmantelar tus respuestas de complacencia al empezar a tomar consciencia.


Ya lo he dicho en otras ocasiones, la consciencia es lo que sana, es lo que nos permite salir de las situaciones que ya nos incomodan y no nos dejan ser felices.


Por ejemplo, puedes empezar a fijarte qué personas en tu vida o en qué situaciones se despierta en ti la necesidad de complacer. Tal vez te des cuenta de que no eres así con todo el mundo ni tengas siempre el mismo tipo de respuestas. Tal vez haya una, dos o tres personas, a quienes tienes bien identificadas, y frente a quienes eres incapaz de oponerte, de pelear, incapaz de salir huyendo de esa situación, o incapaz de anularte por completo, sino que más bien tiendes a complacer, a adular.


Date cuenta a quiénes complaces, en qué circunstancias y condiciones complaces.


Paradójicamente, date cuenta de a quién ignoras como resultado de eso (además de a ti).


Junto con esto de darte cuenta a quién ignoras, implica ver frente a quiénes no sientes el impulso de complacer; personas que no despiertan en ti esa compulsión.


Date cuenta de que, muchas veces, esas personas son con quienes podrías aprender a relacionarte de otra manera, a quienes deberías estar dedicando tu tiempo y tu energía.

Son personas a las cuales no les tienes temor. No se molestan contigo, ni se vengan cuando tomas tiempo para ti, cuando tomas en cuanta lo tuyo; personas que no cuestionan tus sentimientos ni tus necesidades cuando les das voz.


Fíjate bien quiénes son esas personas a quienes no tienes que complacer y puedes ser tú cuando estás con ellas. Es factible que les hayas puesto menos atención porque no te condicionan su aprobación o su cariño; no te castigan por no hacer lo que ellos dicen.


Considera esto como un punto de inicio para empezar a reflexionar si eres una persona complaciente, en qué circunstancias lo eres, y con quién no lo eres a fin de que puedas aprender a relacionarte de otras maneras, a sanar de esta situación tan dolorosa y tan restrictiva, y aprender a decir lo que necesitas sin temor a eso que pareciera amenazar tu supervivencia. Recuerda, la consciencia es el primer paso para sanar.



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