Una manera de aprender a soltar esos pesos, que se sienten como fardos que no nos dejan avanzar, es meditando, pues en ese lugar de calma, de silencio, podemos contactar con nuestro Ser, así con S mayúscula, y darnos cuenta de que nuestra historia es como nos la contamos y que tenemos mucho que decir sobre ella desde la consciencia.
El hambre que sentimos no siempre apunta a lo literal, así que vale la pena detenernos a echarle un vistazo a lo que se está expresando a través de eso que sentimos como un antojo incontrolable, o la necesidad de comer, fumar, beber, comprar o jugar, e incluso, trabajar de manera compulsiva.
Al revisar nuestros hábitos mecánicos, nuestros patrones y las creencias tóxicas que nos han infectado, y que no hemos cuestionado, podemos empezar a deshacernos de esos pesos terribles, en el plano físico, en el emocional e incluso en el espiritual. Revisarlos con consciencia y con responsabilidad, nos permite implementar cambios integrales que sean permanentes.
Acredita, entonces, que nos convertimos en las historias que nos contamos. Tú creas la historia de tu vida. La forma en como te explicas las cosas, el papel que juegas dentro de los eventos, y la manera en que eliges responder ante las diversas situaciones, crea y conforma tu vida.
Cuando decides asumir eso, tu vida empieza a cambiar. Cuando dejas ir las historias o interpretaciones que no colaboran para tu mayor bien y bienestar general, y en lugar de eso empiezas a “escribir” una historia positiva de amor y aceptación, tu mundo se abre y se transforma (a pesar de que los hechos concretos continúen siendo los mismos).
Cuando tienes esta actitud, tu nueva manera de contarte las cosas empieza a cobrar vida y las cosas empiezan a ser y, sobre todo, a sentirse diferentes. Nueva historia y nueva forma de ir mucho más ligera por la vida. Posibilidades infinitas están a tu alcance. Acredita que está en ti darte ese regalo y ábrete a recibir.
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