Mientras más centrado estés, y vivas en mayor aceptación, más creativa y positiva será la energía que irradiarás. Acredita que eres parte del cambio que deseas ver en el mundo. De esa forma, los viejos hábitos o patrones, los pesos, las imposiciones externas ya no te controlarán. Tú elijes cómo responder en cada momento y así llegas con facilidad a un lugar más ligero.
Colócate en el lugar que te corresponde como un verdadero creador, porque lo eres. Cuando haces eso, los hábitos mecánicos inconscientes, la necesidad compulsiva por esas cuestiones que terminan siendo un fardo que cargas, tales como comida o bebida; o actividades como comprar o jugar, disminuye. Al asumir tu poder y actuar en consecuencia se resuelve el dilema del hambre (de comida, de cosas, de sentido).
Pero todavía hay más por hacer. Aunque se termine el dilema del hambre existencial, todavía tenemos que lidiar con la mente, que suele jugarnos algunas malas pasadas si no estamos presentes y en consciencia. Es probable que sigamos viendo la realidad de acuerdo a viejos condicionamientos, temores, prejuicios y condicionamientos de infancia.
En vez de seguir con esos hábitos mentales antiguos, es importante estar bien presente, y enfocarte en el hecho de que puedes ser un agente consciente del cambio que deseas ver y experimentar. En cada situación puedes tomar diversas posturas, desde la de víctima, o de la persona intolerante que se resiste a ver que hay cosas que son como son (imagina un contratiempo que está más allá de tu control, como la cancelación de un vuelo) y grita y se pelea y se amarga la tarde; o puedes acreditar que, en efecto, eso está alterando tus planes iniciales, pero puedes buscar otras alternativas para seguir adelante con lo planeado o fluir con lo que ha ocurrido.
Ante un mismo evento tienes la capacidad de elegir tu respuesta y con ello el estado anímico y fisiológico que tendrás por las próximas horas. Con el poder de la consciencia vas a crear una realidad interna y externa totalmente diferente.
Puedes “vencer” a cualquiera de las jugarretas de la mente al darte cuenta de lo que está ocurriendo. Si eres capaz de percibirlo y dar un espacio antes de responder, entonces puedes cambiar tus patrones, y poco a poco, dejar de engancharte en viejos patrones de respuesta. De hecho, se dice que la conciencia es en sí el cambio.
Si te sorprendes reaccionando de maneras que te alteran física y emocionalmente, haz un alto y date cuenta que estás respondiendo ante algo que no puedes cambiar, o que lo estás haciendo de formas que acaso no contribuyan a que algo pueda cambiar. Y reconoce que la elección es tuya y que de ésta puede depender el resultado, tanto de la solución al problema, como de tu respuesta emocional que desencadenará respuestas fisiológicas, que acaso no contribuyan a tu bienestar.
La mejor forma de usar la consciencia, es dirigir tu atención y tu intención hacia un resultado que no te altere y que eventualmente pueda ser más favorable para ti en cualquier situación.
Cuando te enfrentes a una crisis, un reto u obstáculo repite esto: estoy reaccionado de acuerdo a viejos esquemas y condicionamientos que no me han llevado al lugar de bienestar que deseo. La situación no es más que una oportunidad de observarme. Recuerda que el hecho es lo que es y no tiene ningún significado en tanto no lo personalices.
Hazte cargo de cómo reaccionas y saca lo mejor de ti, a fin de que el desenlace pueda ser el que más te beneficie, dadas las circunstancias. Cuando aceptas en donde estás, sin juicios y sin sentirte el centro del universo, te puedes relajar y tener la posibilidad de evaluar la situación y ver diferentes perspectivas. Así es como no nos dejamos envolver por las trampas de la mente.
Al estar en tu centro y en paz puedes elegir cómo responder momento a momento.
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