Dice la presentadora estadounidense, Oprah Winfrey, que un descubrimiento realmente hermoso es darnos cuenta que, la mayor parte de las veces, nuestros cuerpos quieren estar bien, sentirse nutridos, en equilibrio, fuertes, con energía. En realidad, son los hábitos que tenemos, de pensar o actuar de cierta forma, que generan desequilibrio en el estado ideal de sentirnos nutridos tanto a nivel físico como emocional y espiritual.
Hay maneras relativamente simples de regresar a nuestro estado natural de mente y cuerpo, y así quitarnos ese peso que nos saca de balance, y es a través de darnos la oportunidad de equilibrar momentos de silencio, relajación, movimiento y sueño, como el primer paso para ir más allá de esta condición de confusión del cuerpo y la mente que nos lleva a experimentar hambre en diversos niveles.
Hay que buscar romper patrones de comportamientos inconscientes, patrones adquiridos de tiempo atrás, para sobreponerte a esa hambre que parece tenerte atrapada. Cuando logras ver esos pensamientos que sustentan los viejos y repetitivos hábitos, reconoces tus verdades más profundas y te empiezas a mover hacia una vida mucho más satisfactoria.
La auto-consciencia tiene el poder de reafirmar nuestra más profunda verdad y nos libera de comportamientos inconscientes. Es un compromiso diario permanecer “despiertos” y conscientes y buscar nuestro centro. Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que podemos movernos con confianza de nuestra actual sensación de hambre hacia tener un sentido de plenitud. Desde el centro de tu ser, conéctate a la energía del todo que te rodea en el universo y siéntete parte del banquete de la vida.
¿Cómo encontrar el equilibrio en el hambre?
Escuché al doctor Deepak Chopra decir que hay situaciones que es muy difícil, si no es que es imposible, superar. Y mientras más lo intentas menos puedes.
Y esto es lo que lleva al dilema del hambre. Mientras más hambre tienes más hambriento te quedas, no importa cuánta comida comas. Parece que sería más fácil si el cuerpo, de manera automática, pudiera señalar exactamente lo que necesita y mandarnos por ello.
Pero las células son una especie de fábrica de químicos y responden a señales del cerebro y de otras partes del cuerpo, como el tracto digestivo, que están codificadas en un lenguaje químico. Como hemos perdido contacto con la sabiduría del cuerpo, solemos quedar confundidos con mensajes cruzados.
Por ejemplo, un niño pequeño puede volverse irritable y empezar a quejarse como si todo a su alrededor estuviera mal. El cerebro de la criatura puede estar expresando algo tan simple como fatiga, y todo lo que se necesita es que la mamá lo acueste un rato a dormir la siesta y el problema desaparece.
Como adultos debemos confiar en la forma en que cuidamos de nosotros, lo cual significa que debemos ser capaces de ver a través de la confusión en la que pueden caer nuestros cuerpos. Por ejemplo, es bastante común que nuestra reacción a no haber dormido bien o suficiente sea comer de más. Esto ocurre porque las dos hormonas que controlan el hambre y la saciedad, la leptina y la grelina, normalmente le dicen al cuerpo de manera automática cuando el estómago está vacío o lleno. La falta de sueño descompone este mecanismo.
Pero muy pocos, cuando tienen un antojo de algo dulce se detienen y dicen: En realidad no tengo hambre, es sólo que anoche no dormí bien. A fin de poder salir del dilema del hambre, primero debes volver al ritmo natural de dormir y estar despierta. Después, debes reducir el estrés crónico. Tercero, debes tratar de tener una rutina diaria con actividades similares. Estos pasos ayudan a tu cuerpo a alinearse y a restaurar su equilibrio natural.
Y también debes darte cuenta de las formas en que tú perpetuas el ciclo del hambre (tanto literal como metafórico). No poner atención es la razón principal para quedarte atrapada en cualquier patrón mental. Caes presa de patrones inconscientes. Por ello el remedio es introducir la consciencia siempre que se pueda.
Cuando veas que estás cayendo en un patrón de comportamientos viejos y repetitivos, para, toma una respiración y repite:
“Estoy bien tal y como estoy”
Este pequeño paso es muy efectivo. El siguiente paso es reconocer que el patrón de pensamiento no es verdad. Por ejemplo, puedes ver que estás pensando que nunca nada sale bien. Si te das cuenta de que estás teniendo ese pensamiento, haz una pausa y evoca algo que sí haya funcionado y por lo cual sientes agradecimiento. Por ejemplo, puedes decir “Hay muchas cosas que me han salido bien” y “Desalentarme nunca ha sido de utilidad”.
Mental, emocional y espiritualmente tenemos hambre de experiencias que nos nutran. Si te das la oportunidad de obtener esa otra nutrición es muy probable que los antojos físicos desaparezcan.
El problema es que no puedes cambiar aquello de lo que no eres consciente. Esto implica conectar nuestra hambre física con una necesidad que requiere ser satisfecha. La auto-consciencia nos ayuda a reafirmar nuestra verdad y nos libera de comportamientos inconscientes. Y así es como te puedes liberar del dilema del hambre.
Escribe sobre aquellas situaciones o aspectos de tu vida en donde sientes que podrías estar experimentando hambre.