Ya la semana que entra se celebra, al menos en México, la Semana Santa, y son unos días en que las personas aprovechan y salen a vacacionar.
Y ante la premura, muchos hacen dietas extenuantes para lucir espectaculares en traje de baño. La dieta de la Luna, de la sandía, de la lechuga y otras tantas que nos prometen bajar varios kilos en pocos días.
Como oferta, suena genial. Muchas veces eso es lo que buscamos: el remedio mágico que solucione mis problemas de inmediato y con el menor esfuerzo posible…aunque eso ponga en riesgo mi salud.
Mira, si ya estás a media dieta, o la vas a hacer como una medida de emergencia…bueno, pasa. Tu cuerpo es noble, y por una vez que lo sometas a esas carencias, no es que te vaya a pasar factura. Pero insisto, no lo hagas como una práctica frecuente.
Sin embargo, déjame advertirte que los resultados que obtendrás no durarán mucho tiempo. Y es aquí donde tienes que voltear hacia tu interior.
La comida, como satisfactor de vida, también es un satisfactor de emociones. Muchas veces no comes sólo para nutrirte, sino para llenar un vacío interno, el cual, en ocasiones, es similar a un hoyo negro, que por más que lo intentes llenar con comida, nunca estará cubierto, ya que no necesita nutrimiento físico, sino de otro tipo.
Por eso, la próxima vez que vayas por un bocadillo, detente a pensar ¿tengo hambre o sólo estoy comiendo por nervios, por aburrimiento, por soledad, en fin? También te recomiendo que, antes de comer el bocadillo te tomes un vaso con agua. Te vas a sorprender del número de veces que confundes hambre con sed.
Escuchar lo que tu cuerpo necesita, tanto en comida como en nutrición espiritual y emocional te va a ser de mucha ayuda para regular tu peso, pero ese es un tema más extenso que veremos en otra ocasión. (Como spoiler, no caigas en la trampa de creer que para estar bien, emocional y espiritualmente, necesitas bajar de peso).
Por lo pronto sólo te invito a que NUNCA te degrades por tener el cuerpo y el peso que tengas. Ámate como estás, y producto de este amor, será que te comprometas a honrar lo que tu cuerpo necesita, y en caso dado, bajar o subir algunos kilos si tu peso actual afecta tu salud. Y de la misma manera es que, bajo el amparo de ese amor que te tienes no lo someterás a dietas que, literalmente, te maten de hambre.
Si quieres saber más cómo tu relación con la comida es un reflejo de tu relación contigo y los demás, te invito a que veas mi clase maestra “Comida Espejo del Alma”, donde profundizo más en este tema, sólo haz click aquí.