Cuentan las historias de un pueblo que un hacendado poseía una gran cuadra con hermosos caballos. Un día, el capataz de la hacienda llegó con su patrón para informarle de una desgracia. Su caballo favorito se había caído en un viejo pozo abandonado, el cual era muy profundo y dificultaría el rescate del animal.
El hacendado corrió al lugar de los hechos y, efectivamente, vio a su querido caballo en el fondo del pozo. Después de observarlo muy bien se dio cuenta de que no se había lastimado, pero que rescatarlo iba a ser una ardua tarea.
- Mire patrón- dijo el capataz - sé que usted quiere mucho a ese animal y que no está lastimado, pero sinceramente creo que intentar rescatarlo va a ser muy difícil, sin contar con que podemos lastimarlo al intentar sacarlo de ahí.
El hacendado, muy a su pesar, comprendió que su capataz tenía razón y que lo mejor era sacrificar al pobre animal, por lo que ordenó que le echaran tierra hasta sepultarlo. Y así se hizo.
Conforme la tierra le caía encima, el caballo se la sacudía de encima. El hacendado miraba con dolor cómo el animal se negaba a morir de esa forma, pero ordenó a sus hombres que siguieran con su labor. De tanto echarle tierra encima al caballo, y éste de sacudírsela, poco a poco la tierra se fue acumulando en el fondo del pozo, permitiéndole subir. Los hombres se dieron cuenta de esto e informaron al hacendado.
- Pues qué esperan, ¡sigan echando tierra hasta que logre salir! - ordenó con alivio el hombre.
Finalmente, después de mucho tiempo, el caballo logró salir del pozo por su propio pie.
Muchas veces en nuestra vida nos sentimos desvalorados, poca cosa, como si estuviéramos en el fondo de un oscuro pozo del que no vemos cómo salir. Y no falta quien nos lance tierra con sus comentarios que muestran incomprensión, egoísmo y hasta envidia. Cuando te encuentres en esta situación, recuerda al caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiran sobre ti, sacúdetela y úsala para salir del fondo. Mientras más tierra te echen, más podrás subir.
Que nada de lo que digan o hagan los demás te hunda o humille, por el contrario, que sus palabras o acciones te sirvan para salir adelante y levantarte.