Todos, cuando comemos, lo hacemos desde una de nuestras personalidades. Por ejemplo, podemos ser los más responsables en el trabajo, en nuestra vida familiar pero a la hora de comer nuestra personalidad niño aflora y comemos lo que se nos antoja, generalmente cosas que sabemos que nos hacen daño, pero no nos importa, pues, como niños chiquitos, hacemos berrinche y decimos "lo quiero, lo quiero".