Si vivimos sólo en el plano de la personalidad que nos hemos ido formando a partir de las experiencias y los condicionamientos, pues a lo mejor transitamos por la vida en nuestra zona de confort aunque llevemos una existencia bastante rutinaria y previsible. Con ese tipo de vida, por supuesto que la vamos a “librar bien” si seguimos lo que nos han enseñado en cuanto a rutinas y destrezas… estaremos relativamente cómodos e incluso vamos a tener éxito en algunos campos del quehacer humano… seguro, pero la verdad, no estoy tan segura de que nos vamos a sentir realmente vivos. Algunas personas sí, claro, si esa es su pasión, por supuesto que sí; pero en muchos casos yo creo que no es así, para qué más que la verdad.
Ahora que si le damos chance al hemisferio cerebral derecho de entrar al juego nos vamos a abrir al proceso de crecimiento y de evolución… de hecho vamos a experimentar un gran sentido de unidad y vamos a sentir como si el tiempo no existiera. No sé si te ha pasado estar clavadísimo en un proceso creativo y que ni cuenta te des de que ha pasado el tiempo, se te va el tiempo.
Por supuesto que necesitamos de los dos hemisferios. No se trata de privilegiar sólo uno, o de decir que uno es mejor que el otro, para nada… cada uno tiene lo suyo.
Necesitamos alentar a que los dos hemisferios trabajen juntos, en equipo, colaborando, vamos a decirlo así, y con esa colaboración, nos vamos a beneficiar porque vamos a tener todas las perspectivas disponibles para nosotros. Las dos formas de aproximarnos al mundo van a estar a nuestro alcance.
Es como si tuviéramos dos mentes que procesan la realidad de formas diferentes… y complementarias. Eso es lo importante, eso es lo maravilloso. Ambos están activos y ambos están colaborando.
¡Claro! Ahí es en donde entrará nuestra capacidad de elegir ¿por dónde me voy en este momento? ¿a qué le voy a hacer más caso? Esta capacidad de elegir es una gran cosa… es nuestro libre albedrío. Y por supuesto que junto con el libre albedrío, ni hablar, viene la responsabilidad sobre nuestra vida, nuestras acciones, nuestras decisiones, incluso sobre nuestros pensamientos.
Porque, como dice la maestrísima Marianne Willliamson, tal vez podemos hacer mal uso de nuestros pensamientos, pero no por ello vamos a disminuir su poder. Así que tenemos que ser responsables incluso de lo que pensamos.
(La próxima semana ahondaremos en este tema)