Hola, estamos en febrero, mes en el que celebramos el amor y la amistad, y es por ello que, durante este mes, las entradas del blog van a estar relacionadas con el amor y la forma en que afecta nuestro cuerpo.
Antes que nada, quiero dejar una cosa muy clara… cuando digo CUERPO, digo TODO EL CUERPO… incluida la cabeza, el cráneo, que es en donde está el cerebro.
He notado que pareciera ser una cosa la cabeza y otra el cuerpo… ¡no!... ¡para nada! Lo que sucede en nuestro cerebro afecta a todo nuestro cuerpo… de la misma forma que lo que sucede en nuestro cuerpo afecta a nuestro cerebro. Y lo que ocurre en nuestro cerebro de la cabeza está en estrecha relación con lo que ocurre en el cerebro de nuestro tracto digestivo, el cual tiene una sabiduría mucho más sutil que el cerebro con el que se supone que pensamos y es tan “sácale punta”.
Vamos a este asunto de encontrarnos con ese “otro” que tanto anhelamos, y mucho de lo que ahora voy a decir se basa en lo escrito por el doctor Bruce H Lipton que es autor de un libro que se llama “La biología de la creencia” y de otro llamado “El efecto luna de miel”, ambos muy recomendables.
Sabemos que las especies buscan reproducirse para preservar a su especie, eso es cierto. Pero también es importante saber que el apareamiento en los organismos superiores (entre los que está –o debiera estar- el ser humano) es más que nada para crear vínculos… vínculos emocionales que nos dan sentido y que acaso poco tengan que ver con la reproducción.
Todas las funciones que se encuentran presentes en los pequeños organismos, también las tenemos los seres humanos. Son patrones fractales que nos dan el marco teórico que sustenta aquello que ya los místicos decían desde hace años “como es arriba es abajo”. Somos parte del universo y no un añadido a posteriori con la misión de conquistarlo o controlarlo. Y la noticia es que en buena medida la evolución en ciertas especies se da, no sólo a partir de reproducir a la especie, sino a la creación de vínculos.
Y por eso hay que acreditar que nuestra necesidad de encontrar una pareja o de permanecer con ella, no sólo es una necesidad reproductiva, sino una necesidad de relacionarnos afectivamente, de crear vínculos que está presente en la naturaleza misma.
En la próxima semana veremos cómo el amor que nos damos a nosotros mismos determina el amor que recibimos de los demás.
Soy Mónica del Valle, psicoterapeuta y Coach en Psiconutrición… nutrición del alma… Nutre cada aspecto de tu vida… Nutre tu cuerpo, es muy importante… y también nutre tu mente, tu alma, tu espíritu y tu corazón… y expresa plenamente tu potencial… el mundo te necesita.
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