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Mónica Del Valle

¿Todos los antojos son iguales? (Parte 1)


Todos hemos tenido antojos alguna vez… algo dulce, salado, ácido, enchilado… y hay veces que esos antojos tienen componentes biológicos, emocionales, o de verdadero deseo; o de una gran complacencia o de plano hasta un imperativo que nos rebasa… y no sabemos nada más… sólo que necesitamos eso… ¡ya!

Y, como ya he comentado, me centro en la comida por ser algo tan concreto y tan cotidiano… pero aplica igual para el cigarro o para la bebida, por ejemplo… o para otros antojos que se sienten como imperativos… incluso estar con una persona, aunque no sé si la palabra “antojo” aplique en ese ejemplo, pero la sensación de “necesidad” sí se parece.

Tanto en la tradición de la Psicología Profunda de mi maestría, como en la de la Psicología de la Alimentación de mi especialización, aprendí que si no nos detenemos un momento y escuchamos los mensajes que estos antojos nos quieren comunicar, nos sentiremos como poseídos por algo que no podemos controlar y que es más fuerte que nosotros. Sin embargo, nuestros antojos también tienen lecciones para nosotros, lecciones que no llevan al fondo de nuestro Ser.

A veces empezamos por un “antojito” de algo y, para qué más que la verdad, nos damos el gusto… ¡total! Nos lo merecemos, ¿no? Hemos trabajado tanto… nos la hemos visto tan difícil… tuvimos tantos contratiempos… que bien que nos merecemos ese premio. Y si nos damos el tiempo de observarnos, podemos ver que ese antojo leve puede llegar a ser una necesidad casi incontrolable que no nos deja estar en paz.

Esa pausa de observación se dice fácil pero no lo es, si soy sincera. Quisiera que esto no te desalentara a hacer la prueba, pero no te quiero engañar prometiéndote algo “fácil” y sin esfuerzo, como suele ocurrir con las dietas maravilla y las píldoras mágicas para adelgazar.

Sentir la gran necesidad de algo y sostenerla en vez de correr a satisfacerla, sostenerla y observarla, no es algo placentero. Lo que nos puede ayudar a aguantar es la convicción de que, a pesar de lo difícil que pueda ser no complacernos en ese momento, el resultado final será una gran liberación y una sensación de poder de decisión y autonomía maravillosos.

Soy sincera… no ceder ante un antojo puede ser incluso doloroso… física y emocionalmente doloroso… y sentimos que no vale la pena “aguantarnos” la necesidad… que mejor nos complacemos, al menos sólo por esta ocasión. ¿Pero será lo mismo tener antojo de unos higos frescos que de un helado con galletas?

Una primera pista al respecto de la observación de los antojos es distinguir su naturaleza… ¿es un antojo que nos apoya… es un antojo que es una distorsión… o es porque lo estamos asociando con algo más? Porque hay de antojos a antojos…

¿Tú cómo clasificarías a los antojos? ¿De entrada crees que haya diferentes clases de antojos… que apunten a algo diferente? ¿Te has sentido “poseído” por una necesidad incontrolable de consumir algo? ¿Qué has hecho en esos momentos? ¿Le has siquiera prestado atención o simplemente has cedido al antojo?

Nos vemos la semana próxima para hablar de las clases de antojos… de su naturaleza… de hacia qué apuntan y qué podemos aprender de ellos… ¿Estamos dispuestos a entrarle… estamos dispuestas a aprender de ellos?

Si crees que esta entrada le puede ser de utilidad a alguna persona, por favor comparte…

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