ATENDER AL ALMA
El significado es una cualidad indefinible que le da vitalidad a la vida humana. Como el agua misma de la vida, el significado es transformativo. El significado se encuentra a través de la imaginación.
¿Cuántas veces nos hemos sentido cansados de situaciones que se repiten una y otra vez? ¿De patrones y dinámicas que parecieran atraparnos y que por más que lo intentamos no conseguimos que las cosas sean diferentes?
Pero también, ¿cuántos de nosotros no estamos ya hartos de sentir que “estamos mal” por no hacer las cosas como “deberíamos” o como se supone que deberían ser? ¿Y quién nos dice que esos “deberías” o “no deberías” son sólo prisiones que nos confinan y no nos permiten expresarnos en la totalidad de nuestro ser?
¿Cómo sería diferente si en lugar de recriminarnos escucháramos la sabiduría de nuestra alma que, en muchas ocasiones, se expresa a través de nuestro cuerpo o de situaciones de vida?
Nuestros retos de vida, nuestros retos de salud y de alimentación, los retos que tenemos con nuestras relaciones familiares y sociales, están aquí para ayudarnos a crecer y a evolucionar, a vivir una vida más plena, si logramos escuchar y atender a su mensaje más profundo.
Te invito a que iniciemos juntos la exploración de tu camino de transformación. Tienes frente a ti un reto de vida poderoso y yo me sentiré muy afortunada de acompañarte en ese proceso y de que vayamos viendo cómo aquello que parece un inconveniente es en realidad una enseñanza que te permitirá llegar a ser la persona que estás destinada a ser.
Sólo piensa, ¿cómo vivirías si no tuvieras la falsa creencia de que estás mal o hay algo mal en ti o en los demás? ¿A qué dedicarías toda esa maravillosa energía que tendrías al sentirte bien contigo mismo, al aceptar a los demás y saber que tienes un camino de expresión único?
El cambio verdadero no llegará a través del ataque y el castigo sino a través del amor y la afirmación de nuestra valía, con aceptación, responsabilidad y honestidad.
Este es el testimonio completo de Talía.
Lo publico así porque estoy conmovida y porque respeto y valoro a Talía en su integridad y
su deseo de compartir.
Siempre pensé que mi fortaleza radicaba en la capacidad que tenía de resistirme al dolor,
a la tristeza. Evitar desmoronarme fue el imperativo categórico de mi vida: no sentirme vulnerable.
Tenía que ser fuerte, practicar la alegría en todo momento, sin importar los cataclismos interiores. Yo estaba no tan solo para cargarme a mí, sino para cargar el desasosiego y la tristeza de los otros, y así salvarlos.
Cuando llegué con Moni me encontraba en una situación límite. El cúmulo de pérdidas en mi vida se había anclado en cada rincón de mi alma al punto de tener una existencia pesarosa.
No obstante, me mantenía fiel a mi patrón de resistencia al dolor, siempre presentándome con una imagen “fuerte”, vital, vocinglera.
El dolor se quedaba atrapado en una mente sobreanalítica que desmenuzaba cada sentimiento, situación, vivencia, evitando así, que bajaran al corazón. Se quedaban en el umbral. No traspasaban la frontera que yo había trazado y trenzado con la lógica y la razón.
Mi corazón quedaba marginado. Un bultito acorralado.
Y llegó Moni.
Con su halo vital. Su conocimiento del dolor. Su ternura gatuna.
Moni ha sido mi compañera, mi guía y mi luz. Ha destrenzado mi resistencia. Me ha hecho olvidar las palabras, el lenguaje de la razón para encontrar ese bultito temeroso que evitaba sentir. Borró la frontera. Me acompañó durante toda mi resistencia y me dio la mano para permitirme desmoronarme, caerme y romperme.
Ha sido un viaje lleno de miedo, muchas veces pensé que no podría regresar del dolor… que las piezas de mi alma nunca serian encontradas al quedar despedazadas en semejantes añicos…
Pero siempre que volteaba estaba la mano de Moni. Una mano que acaricia el lomo de los gatos pero que ha sabido acariciar –mejor aún- el dolor que me marcaba.
Moni me ha enseñado las grandes virtudes que tiene el dolor, el enojo, la tristeza y todo lo que existe dentro de mí.
Poco a poco hemos ido recogiendo las piezas. Algunas ya no regresaron; hay otras que quedaron más fuertes, e incluso hemos ido encontrando piececitas nuevas en el camino.
Hoy mi concepción de fortaleza ha cambiado.
Soy fuerte porque me he desmoronado, porque me he permitido bajar a las profundidades más dolorosas de mi existencia y he sido capaz de aprender que no hay nada malo adentro de mí, no hay algo lo suficientemente aterrador para no querer escucharlo y darle cabida: Toda yo tengo cabida en mí misma.
Soy fuerte porque me permito convivir día a día con mis demonios, los acaricio, los escucho y les doy consuelo…
Mi alegría nunca se irá, esa es mi esencia, pero no es lo único que soy. Soy la loca, la obsesiva, la trágica, la soñadora, la fatalista, la eterna optimista, etc. Todo esto encontró cabida con Moni.
Moni: Muchas gracias por haberme ayudado a guardar mi capa...
Te quiero.
Talía